jueves, 6 de octubre de 2011



NO ME COMEN NADA

 Mi mujer y mi hijo para la comida son, siendo benevolente, raritos. Cuando conocí a mi chica, hace ya casi veinte años, se alimentaba básicamente de ensaladas, bocadillos de atún de lata  con tomate y, sobre todo, patatas fritas. Con el paso del tiempo sus gustos culinarios se han ido ampliando (no demasiado, todo hay que decirlo) y he conseguido que coma cosas que antes no podía ver ni en pintura, pero voy a enumerar gran parte de aquellos alimentos, que ni muerta quisiera ver en su plato.

Carnes: Entrecot, jarrete, chuletas de cuello, higado, hamburguesas, alas de pollo, ternera de guisar, secreto, embutidos de ningun tipo, mollejas, carrilleras, lengua, callos, manitas, careta, sesos, conejo, codornices, perdiz, foie, bacón, panceta, magreta, etc....

 Pescados: Atún, jurel, caballa, bonito, sardinas, salmón, trucha, boquerones, raya, cazón, salmonetes, mejillones, almejas, berberechos, ostras, canaillas, bígaros, navajas, etc...

 Huevos fritos con la yema liquida o pochés, tortilla francesa, calderetas de cordero, pizza, zarajos y similares y a groso modo cualquier guisote típico de cuaquier región de España que lleve carnes desconocidas.

 Aún así he conseguido aficionarla a la tortilla de patatas, al jamón (aunque le quita la grasa hasta al Jabugo), A la gamba roja y a otras delicatessen patrias.

 Sin embargo le encanta el potaje de garbanzos, el pisto, las lentejas, los arroces, las judias, las alubias, la pasta (lo que más), la coca de verduras, las empanadillas y puedo llevarla a cenar entre otros a un hindú, a un kebab o a un chino.

 De modo que despues de veinte años algo he conseguido.

 En cuanto a mi hijo, decir raro se queda corto. Es el único niño de ocho años que conozco al que no le gusta la pasta, ni las pizzas, ni el big Mac, sin embargo mataría por una lechuga. Le encantan el arroz caldoso y la paella, las albóndigas, los garbanzos, las judias verdes, el maíz y la zanahoria. Odia los champiñones, las espinacas y el brócoli pasó de gustarle a detestarlo en una semana. Ahora se ha aficionado a la tortilla francesa que antes no podía ni ver y la de patatas que hace un año le encantaba ahora le da aggg.

 Eso sí, es un adicto al ketchup. Si por el fuera todo llevaría ketchup. Ahora le voy obligando de vez en cuando a que por lo menos vaya probando las cosas sin nada para que pueda captar el sabor de las mismas y parece que algo voy consiguiendo por que el otro día me pidió la carne con limón.

 En fín, direis, que suerte, un niño que se pirra por las verduras y el arroz y una mujer que le chiflan las lentejas. Y bien si, pero a mí, que segun mi mujer me como todo lo que corra menos que yó, a veces me gustaría poner un poco más de variedad en la mesa.

 Lo dicho, no me comen nada.

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