Ayer comí solo y en pijama y decidí marcarme una pizza casera, de esas que no tienen nada que ver con lo que venden envasado en los supermercados.
Una masa crujiente y ligera, tomate frito de verdad, unos buenos ingredientes a voluntad del cocinero y un vinito para acompañar y estas en la gloria.
Necesitareis (para 1):
Para la masa:
1 vaso de harina
½ vaso de agua tibia
3 grs. De levadura prensada (como la uña de un pulgar)
1 chorrito de aceite
Sal
Para el relleno:
1 tomate rallado
1 diente de ajo
1 cebolleta
1 loncha de lacón
1 loncha de serrano
Queso rallado para cubrir la masa
Aceite de oliva
Sal
Orégano
Como hacerlo:
Poner la harina y una pizca de sal en un cuenco. Diluir la levadura en el agua tibia y añadir a la harina y mezclar hasta que se haga una bola. Amasar bien sobre la encimera añadiendo un chorrito de aceite. Poner en el cuenco, tapar con un paño y dejar reposar media hora en un sitio cálido.
Mientras tanto poner aceite en una sartén y añadir el ajo prensado.
Volcar el tomate y sofreírlo, añadiendo sal, una pizca de azúcar y orégano.
Extender la masa bien fina (a mi me salió cuadrada, no preguntéis por que) ponerla sobre la rejilla del horno.
Poner la cebolla en crudo.
Poner el lacón cortado en cuadraditos
Meter al horno a 150º unos diez minutos y luego gratinar unos tres minutos más.
Y… ¡a la mesa!
Los restos del naufragio.
Pizaloca la mia.
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