martes, 29 de noviembre de 2011



SE ME HA ESCACHARRAO EL ORDENADOR

Escribo desde un portatil que me he agenciado, porque el mio ha sufrido una invasion y estara unos dias fuera de combate. Seguiremos informando. Mientras tanto seguire como monsieur Hulot, esperando al borde del mar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011



LUBINA AL HORNO
(UN PLAN SENCILLO)
No hago más que oír a gourmets de chichinabo y gastrónomos de medio pelo echar pestes de todo lo que huela a piscifactoría. Que si no sabe a nada, que si está reseco, que si patatín, que si patatán. ¡Gaitas! Yo mismo se la he metido doblada a más de un morro fino con ínfulas de “conoisseur” con arroz de morralla del Mercadona, gambones descongelados y lenguado cultivado con pienso. Si a las cosas sabes darles el punto adecuado y trabajártelas consigues resultados, no diré que iguales que con materias de primera pero sí muy presentables y honestos que no está la fiesta para derrochar pólvora a diario.
 Hoy sin ir más lejos he comprado una lubina en Mercadona que tenía una pinta muy buena. Engordada con pienso, si, pero con una carne prieta y tersa, de la que he sacado dos buenos filetes y un par de ventrescas que se deshacían en la boca.
 Las he hecho 12 minutos escasos al horno y nos las hemos zampado ni más a gusto, con los ya famosos espárragos de los andes, unos ajitos tiernos y unas judías verdes que tenía cocidas de ayer, todo salteadito en la sartén.



 Necesitareis:

 1 lubina de ración.
 1 manojo de ajos tiernos.
 ½ manojo de espárragos
 Un puñado de judías verdes ya cocidas
 Aceite de oliva virgen extra
 Sal y pimienta



Como hacerlo:

 Más sencillo que el mecanismo de un botijo. Precalentar el horno a 200º unos 10 minutos.
 Sacarle los filetes a la lubina, (o pedir que lo haga el pescadero que pa eso está)
 Aceitar una bandeja de horno, salpimentar y aceitar los filetes, ponerlos en la bandeja y hornear 12 minutos.



 Trocear los espárragos y los ajos y saltearlos en aceite con una pizca de sal.



Cuando estén casi hechos añadir las judías y darle unos meneos para que se doren.
 Servir en el plato a gusto del comensal.









EL ESPÁRRAGO DE LOS ANDES
(O EL INCREIBLE VIAJE DE UN ESPÁRRAGO TRIGUERO)

Mi asombro no para de romper sus límites. Si hace un mes me sorprendía con la extensa variedad de pescados exóticos que se hallan en los supermercado, poco tiempo después me maravillaba de los logros del surimi para imitar los más variopintos alimentos y por último, glosaba los múltiples usos del pavo, Hoy me he quedado a cuadros cuando he sacado del frigorífico medio manojo de espárragos verdes que me quedaban para hacerlos salteados.
 Al mirar la marca no he intuido nada raro. “El garrofer”, (Algarrobo en valenciano) es un nombre que me es cercano. La página web que venía a continuación. Alichampi.com me hacía pensar en champiñones de Alicante, mi ciudad. Nada raro hasta el momento.
 En la línea de abajo la palabra, “fresco por avión” podía significar que los traían de otra parte del país, vía aérea para garantizar su frescura, (cosa loable).
 Pero al tumbar el manojo sobre el granito de la encimera he descubierto estupefacto una pegatina negra con letras en blanco que ponía bien clarito, “ORIGEN PERÚ”.
 Cáspita, canastos, repámpanos, repanochas. Espárragos frescos traídos en avión desde 10.000 kilómetros de distancia. De los Apeninos a los Andes pero en dirección contraria. Unos espárragos que han viajado más que Marco buscando a su madre. Como es ello posible.
 Pero claro, cuando pensé en lo que me habían costado deduje que si yo había pagado 1,45 euros por un manojo venido del otro lado del charco, ¿Cuánto habrá cobrado el campesino peruano por esos espárragos? Una m… Ahora me salen las cuentas. Hay alguien muy listo que se hace de oro sin ensuciarse las manos.
 La próxima vez intentaré que sean de por aquí las verduras que compre.


sábado, 19 de noviembre de 2011



UN POLLO AFLAMENCAO
(O COMO ME LA MARAVILLARÍA YO)

No sé porqué, pero cuando pensaba en como titular esta receta me ha venido a la mente un programa de televisión de hace muuuuuuuchos años, en el que salía Lola Flores haciendo un gazpacho andaluz a mano, con un mortero gigantesco. No me preguntéis, por que yo mismo no tengo ni idea de que tiene que ver esto con aquello, pero yo a Lola Flores siempre la recuerdo cantando aquello de “como me la maravillaría yo” (cosa que nunca he conseguido sin que se me trabe la lengua) con aquella bata de cola y aquellos pendientazos en los que se podía columpiar un loro de colores.
 Y como este pollo lleva el colorao del pimiento y el tomate que es el color por naturaleza de los trajes de faralaes (aunque ahora hay cada modelo que es para tirarse de los pelos) y el toque fresco y campero  de las hierbas y la corteza de limón, he decidido llamarlo así.





 Necesitareis:
  6 ó 7 muslos de pollo
  2 pimientos
  1 cebolla
  4 dientes de ajo
  1 bote de tomate natural
  300 gramos de setas
  4 cucharadas de aceite de oliva
  Tomillo y romero frescos
  Corteza de limón
  2 vasos de agua
  Sal y pimienta




 Como hacerlo:
  En una cazuela poner el aceite y cuando esté caliente echar los ajos chafados (apretáis sin miedo con la palma de la mano hasta que hagan “Creck”).





  Cuando empiecen a dorarse ponemos los muslos salpimentados y los doramos a fuego fuerte por todos lados, hasta que la piel esté torradita.





Los sacamos a un plato y los dejamos allí.





Bajamos el fuego y añadimos la cebolla cortada en juliana (que es en rajas finas, no una señora que se llama así)





 Cuando la cebolla empiece a transparentar, añadimos los pimientos en tiras y subimos el fuego para que vayan sudando.





 Cuando el pimiento esté blandito, echamos las setas en tiras y rehogamos un par de minutos.





  Añadimos el tomate picadito y escurrido.






 Ponemos las hierbas y la corteza de limón. Dejamos que le den gusto al rehogado.






Echamos el pollo en la cazuela, removemos bien y le añadimos los dos vasos de agua.






 Dejamos 10 minutos a fuego fuerte que se consuma gran parte del líquido y luego bajamos el fuego y lo dejamos 10 minutos más.

 ¡Y eso es to, eso es to, eso es to, eso es todo amigos!

miércoles, 16 de noviembre de 2011



BORSCHT (O ALGO ASÍ)
-PRACTICANDO LA ARQUEOLOGÍA NEVERIL-

¿No os ha ocurrido que buscando algo en la nevera os habéis encontrado el cadáver momificado de algo  apenas reconocible?
 Un pimiento pocho y arrugado, una salchicha envuelta en un blanco sudario de esporas, un trozo de queso con más “Penicilium” que el laboratorio del doctor Fleming, un tomate licuado en su bolsa, un yogurt que llama insistentemente a la puerta del frigorífico pidiendo que le deis un entierro digno. Etc….

  A mí me ocurre a menudo, pero ayer llegué justo a tiempo de resucitar una de esas viandas que olvidamos allá al fondo, a la derecha del freezer. Buscando la lechuga, me topé con una bolsa de remolacha roja cocida, de esas que vienen envasadas al vacío, que mi chica había comprado para probar si le gustaban al niño y que estaba a tres días de caducar.
 Después de hacerle el boca a boca y practicarle un enérgico masaje cardiaco, decidí darle una segunda oportunidad y entré en la red para ver que se podía hacer con aquella hortaliza. Teclee “remolacha, recetas” en el Google y un palabro apareció en pantalla, “BORSCHT” y entonces recordé que ya la conocía. Era el nombre de una sopa típica de los países del este, a la que la remolacha daba su característico color malva y que se servía con un toque de nata agria.
 De modo que, aprovechando que tenía repollo del día anterior y un poco de caldo congelado, adapté la receta a los ingredientes que tenía e hice esta rica sopa con aires esteparios.






 Necesitareis, para 4 raciones:

 3 remolachas (pre cocidas)
  1 cebolla
 1 zanahoria
 1 cuarto de repollo
 1 patata
 2 tomates (yo los puse de bote)
 1 litro de caldo (yo tenía un cuarto y le añadí tres de agua y un trozo de carne de cerdo)
  Laurel, clavo y pimienta en grano
 1 cucharada de aceite
 25 grs (más o menos) de mantequilla
 Sal
 Nata liquida
 Limón





 Como hacerlo:

 Cortar las verduras en trozos medianos, el repollo en juliana fina y la remolacha en medias rodajas.




  Poner el aceite y la mantequilla en una olla a fuego suave.




Rehogar las verduras, menos el repollo y la remolacha. Salar.

                                    

 Añadir una hoja de laurel, dos clavos de olor y unas 12 bolitas de pimienta negra.






Cuando la verdura esté pochada, añadir el caldo y dejar cocer unos 10 minutos






 Añadir el tomate troceado y el repollo y dejar hervir a fuego flojo 10 minutos más.






 Por último echar la remolacha  y cocerla unos 5 minutos. Servir.

Poner en un cuenco, un chorro de nata y exprimirle el zumo de un cuarto de limón. Salarlo, removerlo y echar una cucharada sobre la sopa cuando esté ya en el plato.

 ¡NASDROVIA!






P.D. Os presento a mi nuevo pinche de cocina.

martes, 15 de noviembre de 2011



POLLO + REPOLLO = RECONTRAPOLLO
(O COMO IMPROVISAR EN EL SUPER)

Hay días que no sabes por dónde tirar. Ni si carne o pescado. Ni blanco ni negro si no todo lo contrario. Sales de casa camino del súper con una lista de todas las cosas que hacen falta para la casa y entre un chorro de cosas específicas (tipo huevos, leche, jamón, pan, galletas. Etc.…) anotas unos genéricos carne, verduras, fruta, porque es lunes y no tienes ni repajolera idea de que hay en la tienda y  de lo que te apetece ese día. Aún más, no sabes qué puñetas vas a hacer de comer esa semana por que andamos de líos hospitalarios y no sabes quién come en casa y quien fuera. Así que después de cargar el carrito con todo lo apuntado, te vas a la sección fruta/verdura que está al lado de la sección carne/derivados y comienzas a mirar los estantes a ver si tienes una epifanía o por lo menos se te enciende la bombillita en el cerebro.
 Vas más o menos pensando, peras que hace tiempo que no comemos, kiwis que van bien p´al intestino. Manzanas, que una manzana al día mantiene alejado al doctor. Luego, tomates que son necesarios para muchas cosas, lechuga para el niño que por suerte le encanta, canónigos pa mis cenas tristes, champiñones que apañan mucho… y aquí llega el dilema. Hace fresco y está lluvioso y me apetece un plato de cuchara, ¿que compro? Alcachofas, no tienen buena pinta. ¿Pimiento? Ya comimos la semana pasada. ¿Berenjenas? No aguantan bien de un día para otro. Así vas dándole vueltas sin llegar a ninguna conclusión, cuando desde un estante, un repollo te mira con ojos tiernos y, entre que es lunes y que estás hasta el moño de deambular por la sección, lo tomas en tus manos, lo miras como Hamlet a la calavera de Yorick y le dices, “vente pa casa”.
 Luego pasas a la vecina sección de carnes y demás y entonces viene, “cuando matan a la chica”. Porque ya sabréis los que me seguís, que en casa son para la carne como muy especialitos, sobre todo mi Pili que le quita la grasa al “Pata Negra”, Así que Zancarrón u otra pieza de vacuno ni hablar. Y de cerdo ya ni hablamos, solomillo y lomo y pare usted de contar. ¿Cordero? Uff, quita, quita. Así que como habrán imaginado me fui directo al estante del pollo salvador y tiré mano de un producto made in bandeja de porexpan llamado eufemísticamente “solomillos de pollo” ahí es ná. Pollo con repollo, me dije, esto promete, así que muy ufano me volví para casita, donde de otros vestigios de verdura que rescaté del cajón del “crisper”, me marqué este guisico que nos hemos zampado este mediodía y que estaba la mar de bueno.




Necesitareis: (para 2- 3 personas)

 8 solomillos de pollo.
 ½ repollo rizado.
 1 cebolla.
 4 dientes de ajo.
 1 puerro.
 2 zanahorias.
 4 cucharadas de aceite de oliva.
 1 cucharadita de pimentón dulce
 Sal.
 Pimienta.
 Vinagre blanco.
 2 vasos de agua.  



 Como hacerlo:
 Pelar los ajos y cortarlos en láminas gruesas. Poner el aceite en la olla y dorarlos.
 Picar las verduras, excepto el repollo, bien menudas y añadirlas cuando los ajos estén doraditos.
 Salpimentarlas y rehogarlas bien hasta que estén blandas. 





Cortar el medio repollo en juliana fina y añadirlo a la olla, dando le vueltas hasta que coja color                               



 Añadir entonces la cucharadita de pimentón y removerlo bien, que se impregne todo el repollo.




Cortar cada solomillo en tres trozos, salarlo y agregarlo a la olla. Darle unas cuantas vueltas hasta que blanquee y echar un chorrito de vinagre.





 Añadir los dos vasos de agua y subir el fuego hasta que arranque a hervir. Bajarlo y dejar 10 minutos.
 Apagar el fuego y dejarlo reposar con la olla tapada hasta que se sirva.
 “Bon apetite”.

domingo, 13 de noviembre de 2011




POLLO TANDOORI
DE BOLLYWOOD A SUS LABIOS

Soy lector asiduo de él blog “El Comidista”, me parece muy entretenido y variado y se aprenden muchas cosas. Una lectora preguntaba por una receta de pollo con yogurt que se hiciera al horno y me he acordado del pollo Tandoori que me enseñó Rita Williams, una amiga inglesa tristemente fallecida. Yo lo hago con muslitos de pollo que sale muy rico. Este es un pequeño homenaje a ella.

 Necesitareis: (Para 4 personas)

 12 muslitos de pollo
 2 yogures
 2 dientes de ajo
 1 limón
 1 cucharada grande de mezcla Tandoori Massala. (la venden en supermercados pero se puede hacer mezclando canela, cilantro, alholva, cardamomo, pimienta negra y nuez moscada)
 Sal.

 Como hacerlo:

 Le quitáis la piel a los muslitos de  pollo (un truco es coger la piel con una servilleta de papel para que no se resbale) y los saláis. En un cuenco grande para que quepan todos, mezcláis bien los dos dientes de ajo machacados, el zumo del limón, los yogures y las especias. Ponéis los muslos y removéis bien para que se empapen de la mezcla. Tapar con papel film y meter un par de horas en la nevera.
 Calentar el horno 10 minutos a 250 grados. Poner el pollo en una bandeja de horno, cubriéndolo con el resto de la mezcla que haya quedado en el cuenco y hornear a 220 º de media hora a 40 minutos.
 Servir con arroz Basmati o con patatas fritas, eso ya cada cual.


jueves, 10 de noviembre de 2011



PAVO S.A.
UN PRODUCTO MULTIMÉDIA



El pavo es un animal que yo siempre tenía asociado a los tebeos de mi infancia, en los que salían los personajes comiendo un enorme pavo en Navidades. En mi casa nunca se comió pavo, no había costumbre. Solíamos comer cordero en Nochebuena y cocido el día de Navidad, es por eso que dicha ave me resultara extraña hasta bien mayor.
 Pero he aquí que de unos años a ahora la carne de pavo se ha popularizado hasta tal punto que raro es no encontrártela a todas horas en alguna de sus infinitas variantes. Todo comenzó con la moda de la comida sana y baja en calorías, cuando apareció como el maná en el desierto, la pechuga de pavo, fiambre bajo en grasas, calorías, hidratos, sal, glúcidos y tantas otras cosas, que más parecía que fuera él el que te chupara las grasas del estómago cuando te lo comías. Además era como un pariente pobre del jamón de york. Un quiero y no puedo bastante más insípido que su primo que, aunque también tenía marcas infames, si lo comprabas de buena calidad estaba de rechupete. El pavo-fiambre no, ese tenía el mismo sabor a algo indefinido entre la patata y el cuero de zapato.
 Con los años y la “prueba-error” consiguieron afinar bastante el producto hasta hacerlo medianamente comestible y entonces, al parecer envalentonados por su logro, los productores de derivados cárnicos se lanzaron a elaborar todo tipo de sub productos de dicha ave en una vorágine que a día de hoy parece no tener fin.
 Así, encontramos en los estantes de los supermercados, pechuga de pavo, muslo de pavo, chorizo de pavo, salchichón de pavo, salchichas de pavo, fuet de pavo, pelotas de relleno de pavo, redondo de pavo relleno de jamón (que desperdicio) y ciruelas, chóped de pavo, mortadela de pavo, etc.….
 Además también se vende en fresco en una gran diversidad de presentaciones, filetes de pechuga, chuletas de contra muslo, troceado para guisar, muslos, etc.… Así hasta aburrir. Vamos, que hoy en día si uno no come pavo es porque no quiere. Te lo encuentras hasta en la sopa. 
 A este paso nos pasará como en aquella película de Marcello Mastroianni, que de tanto comer pollo hormonado se quedaba embarazado. Como sigamos comiendo tanto pavo vamos a acabar con el moco colgando.

domingo, 6 de noviembre de 2011



LA DIETA

El de la izquierda soy yo este verano. El de la derecha soy yo esta misma noche. El pasado día 3 de Octubre, en vista de que ya no podía ni ponerme los calcetines y que me quedaba sin resuello al subir los doce escalones que separan mi puesto de trabajo del aseo, decidí ponerme a dieta y retomar, aunque fuera esporádicamente,  la costumbre de hacer bicicleta que había abandonado un año antes, cuando me rompí dos costillas en una caída de la misma.
 Me había abandonado totalmente durante más de un año y cuando se me ocurrió pesarme, comprobé horrorizado que de los ochenta y un kilos que pesaba cuando salía con la peña ciclista, había llegado a los noventa y cuatro. No me venía ningún pantalón, las camisetas se me enroscaban alrededor de las lorzas y la barriga no me dejaba verme la minga cuando orinaba. En definitiva, estaba enorme.
  Se acabaron las cervezas para comer, merendar y cenar,  los embutidos y quesos extra grasos, los pasteles de chocolate, los chupitos del almuerzo, el picoteo continuo y todo aquello que me había puesto la cara como un pan de kilo. Tenía que tomar medidas drásticas.
  Los primeros días fueron un suplicio. Acostumbrado a estar sobrealimentado, el tener que comer poco y a unas horas determinadas me hacía soñar con comida a todas horas, despierto y dormido. No podía ver videos de cocina porque me daban ganas de asaltar la nevera del vecino y para colmo decidí, no sé si en un arrebato masoquista, comenzar este blog con todo lo que supone de pensar en comida.
  Poco a poco el ansia se fue serenando y  mi cuerpo se iba acostumbrando a pasar hambre. El estomago, supongo, se fue encogiendo y las frugales cenas me saciaban hasta cierto punto. Comencé a salir en bicicleta (la primera vez estuve a punto de abandonar a los diez minutos) y a hacer estática casi todos los días media hora y a ir andando a todos lados apretando el paso.
 Así, de repente, un día sin darme cuenta me ajusté un agujero más en la correa, las camisetas me iban entrando sin calzador y me pude poner ropa que hacía más de un año que ni me cabía.
 Aún me queda camino por hacer. He perdido tan solo ocho kilos y pico de los quince que gané y en la bici aun me queda por lo menos un mes para empezar a estar a la mitad del nivel que llegué a estar cuando era capaz de meterme 120 kilómetros con los de la peña, pero es un buen comienzo y tan solo el hecho de sentirme ágil (el otro día corrí al menos 500 metros a toda velocidad para coger el autobús) me ha cambiado hasta el humor. Me rio más a menudo y me siento bien por primera vez en casi año y medio.
 Si queréis un consejo: no lo dudéis, vale la pena estar mínimamente en forma y llevar una vida moderadamente saludable (sigo tomándome mis cañitas los findes y algún que otro vinito los domingos),  a mí me cambia la vida y, cuando como yo se ha pasado de los cincuenta, tiene uno que cuidarse si quiere disfrutar de la jubilación cuando esta llegue.

sábado, 5 de noviembre de 2011



¿NO QUERÍAS ARROZ? PUES TOMA, CALDOSO.

Ayer sábado, las temperaturas descendieron bruscamente y un fuerte viento hacía aun más fuerte esa sensación. Es el primer día que me he tenido que poner un polar porque estaba pelado de frío, así que he preparado un plato que nos gusta a los tres y que te entona el cuerpo y combate el frío. Un arroz caldoso con garbanzos. Es un plato fácil de hacer  y que cunde un montón.



Necesitareis:

 1 litro de caldo (yo he puesto mitad congelado y mitad de brik)
 1 bote pequeño de garbanzos cocidos.
 2 tacillas de arroz.
 1 tomate maduro.
 2 ò 3 dientes de ajo.
 3 cucharadas de aceite.
 Sal, pimienta y pimentón dulce.
 (Yo le he puesto además una pelota de relleno y dos trozos de pechuga que venían con el caldo que tenía congelado. Se puede poner también costilla o morcilla de arroz)





Como hacerlo.

 Poner el aceite en una olla y dorar, a fuego bajo, los ajos pelados y cortados en dos.




 Cuando estén dorados añadir el tomate que previamente habremos rallado. Salpimentar.



 Añadir, cuando el tomate esté frito, media cucharada de pimentón y remover, cuidando de que no se queme.



 Echar el arroz y rehogarlo para que coja el sabor del sofrito.



  Añadir el caldo. (Tres cucharones de caldo por tacilla de arroz y una más para la olla)





 Cuando empiece a hervir, poner los garbanzos previamente enjuagados y dejarlo cinco minutos a fuego fuerte.


                                     



Luego bajar el fuego y dejar cocer diez minutos más.






 Tapar y dejar reposar un par de minutos antes de servir.