PAVO S.A.
UN PRODUCTO MULTIMÉDIA
El pavo es un animal que yo siempre tenía asociado a los tebeos de mi infancia, en los que salían los personajes comiendo un enorme pavo en Navidades. En mi casa nunca se comió pavo, no había costumbre. Solíamos comer cordero en Nochebuena y cocido el día de Navidad, es por eso que dicha ave me resultara extraña hasta bien mayor.
Pero he aquí que de unos años a ahora la carne de pavo se ha popularizado hasta tal punto que raro es no encontrártela a todas horas en alguna de sus infinitas variantes. Todo comenzó con la moda de la comida sana y baja en calorías, cuando apareció como el maná en el desierto, la pechuga de pavo, fiambre bajo en grasas, calorías, hidratos, sal, glúcidos y tantas otras cosas, que más parecía que fuera él el que te chupara las grasas del estómago cuando te lo comías. Además era como un pariente pobre del jamón de york. Un quiero y no puedo bastante más insípido que su primo que, aunque también tenía marcas infames, si lo comprabas de buena calidad estaba de rechupete. El pavo-fiambre no, ese tenía el mismo sabor a algo indefinido entre la patata y el cuero de zapato.
Con los años y la “prueba-error” consiguieron afinar bastante el producto hasta hacerlo medianamente comestible y entonces, al parecer envalentonados por su logro, los productores de derivados cárnicos se lanzaron a elaborar todo tipo de sub productos de dicha ave en una vorágine que a día de hoy parece no tener fin.
Así, encontramos en los estantes de los supermercados, pechuga de pavo, muslo de pavo, chorizo de pavo, salchichón de pavo, salchichas de pavo, fuet de pavo, pelotas de relleno de pavo, redondo de pavo relleno de jamón (que desperdicio) y ciruelas, chóped de pavo, mortadela de pavo, etc.….
Además también se vende en fresco en una gran diversidad de presentaciones, filetes de pechuga, chuletas de contra muslo, troceado para guisar, muslos, etc.… Así hasta aburrir. Vamos, que hoy en día si uno no come pavo es porque no quiere. Te lo encuentras hasta en la sopa.
A este paso nos pasará como en aquella película de Marcello Mastroianni, que de tanto comer pollo hormonado se quedaba embarazado. Como sigamos comiendo tanto pavo vamos a acabar con el moco colgando.
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